Se me hace raro escribir tan seguido. Antes lo hacía mucho, no sé por qué lo dejé. La verdad es que ayuda bastante a desahogarse, sobre todo cuando no tienes a nadie que te escuche. Es bastante frustrante marcarte unos objetivos, pero que nadie se interese por ellos. Estoy ya acostumbrada, pero eso no quiere decir que no duela. Aún así ya me he resignado. Sé que no me merezco estar sola, no creo que nadie lo merezca; simplemente quiero tener la esperanza de que todavía no ha llegado nadie que se interese por lo que me gusta o me gustaría llegar a hacer. No pasa nada, no voy a dejar de intentarlo solo por sentirme sola. Es parte del proceso, y sé que tengo que pasarlo. Poco a poco todo irá a mejor, lo presiento.
A veces me da la impresión de que me quedo estancada en la melancolía. Sin embargo, hoy me he dado cuenta de muchas cosas. La primera es que me he perdido por el camino. Me he ido dejando llevar por lo que yo creía que era lo correcto, por la pretensión de lo que se supone que tiene que hacer una persona en su vida, por ser empática, comprensiva, por ser buena. Me he ido vaciando con todas mis buenas intenciones hasta quedarme completamente hueca, hasta que me he dado cuenta de que ya no sabía quién era. No era yo, ni siquiera ahora soy yo. No sé en qué momento, ni cómo no me he dado cuenta antes. Solo sé que he pasado una temporada desorientada, divagando y sin saber qué hacer, porque había perdido esa esencia que me hacía mía, que me hacía ser la mujer que era, que no soy y que me gustaría llegar a ser.
Sentir forma parte del ser humano: el ser humano siente, el ser humano padece. No siempre siente cosas buenas, sino también cosas malas: tristeza, envidia, frustración, melancolía, desengaño, decepción... Muchas veces me he echado la culpa de haber estado triste, de haberme sentido celosa o enfadada por ciertos motivos; sin embargo, ¡tener estos sentimientos forma parte de la vida! No vas a ser mejor o peor persona por sentirte mal, por sentirte triste. Es completamente necesario tomarte un tiempo para estar enfadada, para sentirte frustrada o para llorar a mares porque no te sientes bien contigo misma. Simplemente hay que aceptar esos sentimientos y aprender a canalizarlos para conseguir sentirte mejor.
Gracias a mi fuerza de voluntad y mucha ayuda, estoy aprendiendo a aceptar mis errores y a quererme tal y como soy. No puedo consentir que nada ni nadie me haga olvidar cuáles son mis límites, porque estos marcan mi personalidad y me definen a mí como la persona que quiero llegar a ser. Sé que el camino no es fácil, que tengo que seguir aprendiendo y luchando cada día para conseguir mis metas; pero también sé que ahora tengo claro a qué me estoy enfrentando, y no voy a parar hasta conseguir mirarme en un espejo, sonreírle a mí reflejo y pensar: aquí está la Antía que a mí me representa.